sábado, 10 de octubre de 2009

Vanina Colagiovanni

Encomendada

Será casualidad si se ven las cosas de color verde
se cubre todo lo que queda
dentro de las cuatro paredes
de una habitación
de un ligero
tono verde: casi gris, casi amarillo
según la luz.

No es casualidad si en el entretiempo entre un día y otro
cuando los días se enganchan como dos dedos en tensión hasta
/soltarse
ese verde ligero se oscurece
casi lila, casi marrón
entonces, ese día no se engancha, queda suelto hasta que funde
a negro.

No es casualidad, más bien parece una excepción
dada para establecer una causa, un vínculo
entre verde y marrón, entre un día y el día que está más lejos

y estuvo aquel día que se vistió de bermellón para no ser perdido
/de vista
igual que una niña lista en la edad media, corriendo por el bosque
por un camino de flores hasta la casa de su abuela
o la que recibe una manzana roja de una bruja negra

ella es la encomendada y la encomienda
el encargo que aparece entre las ramas desaparece entre los
/pétalos

quiero que se cubran de verde claro mis manos.


Azul pálido


es el color del oxígeno en estado sólido

el de un día de duelo que comienza cuando el sol
enceguece apuntando directo a los ojos
y la caravana
de pensamientos sobre el pasado arruga el ceño

no va del presente al pasado la memoria
es al revés
cada vez que se llega al día de hoy
es porque se atravesó una bruma de días
-descoloridos, vacantes-
que resuenan como un pasillo vacío antes de que lleguen
los objetos a traer otra acústica

mudarse es cambiar de sonidos

habito otro espacio
después de haber recorrido una hilera de recuerdos
que no dan sentido alguno
pero de un modo u otro
llegan a hoy

y a este
azul irrespirable.


Lado de bruma


Un lugar para deshojar margaritas
otro para los chanchos que corren entre ellas
un lugar para oscuridades, otro para llegar bien al fondo
de una caja sin fondo
uno para enredarse, otro para desovillarse
un lugar para el ceño fruncido, otro para amor florido
uno para el amante insano, otro para el guante arrojado

para la bruma detrás de la que se adivina
un pretendiente
uno para el desquite
para el agite, para el infle y el reviente

un lugar para el gusanito que se instala
en el hueco de una idea largamente acariciada
que se estira, encoje, se alarga
la engulle y nada.

un lugar para el tiempo sin medida
una pista de baile encerada para que se deslice
una flota de ardillas en picada

una revista que en cada hoja se desvista
una carrera en el tiempo que se tarda
en llegar a la mecha encendida en la cocina
para el óxido

un lugar para el sueño, el descanso, el acurruque
otro para el hamaque y el despierte.


Páramo

Que la musa aspiradora barra
con todo y con todos
que declare estrépitos
y se siente a esperar que los suburbios de una imagen exploten.

Inéditos

Gabriel Cortiñas


















una cárcel a medio demoler
y el ruido continuo de un helicóptero
martillo eléctrico
del aire, que no despega
por la madeja del recluso
minotauro
a Caseros la consume una hélice invisible

***
es un mito que las paredes son de tela de frazada
mil ovejas inmolaron:
voluntad amor un himno la venia
desgracia de morir en la frontera
mil ovejas de pan
con gran capacidad de fuego, mil ovejas
al frente y después
al paredón con los restos
las paredes en Caseros son de lana
con los hilos de la barba del millar
de los cuerpos macerados en vinagre
del recuerdo al silencio el paso
pequeño de un infante y su primera palabra:
Guerra

estopa con sangre de lana, ovillo de carne

es un mito que las paredes son de tela
o pelusa de vicuña cansada
en Caseros el sol no pasa

***

ovillo con carne de lana
la frazada de Caseros es el fresco vivo de la guerra

***

la capilla del penal es bajita
un diskette insertado en lo alto, de la torre
el techo es el piso
de una ermita para enanos

sólo se entra en cuclillas
el altar vacío y una cruz con dos saleros el Cristo
de la capilla no entra parado, hace la plancha
de lunes a domingo, siempre
en blanco y negro


***

el Ameghino
un parque un valle un badén
algo en declive frente al penal
puente levadizo, no
la cincha de carne en jirones
de cuerda
del Muñiz a Caseros la fachada
y la piel se deshacen –galletitas–
el hongo blanco que come la pared
blanca que come
el sida y la cárcel soportan
el sexo de la liebre

el Ameghino es un puente de sol
entre tubos de oxígeno

***
la topadora subió a la terraza
habrá que asumir la metralla invisible
el canto entrecortado
de un final tartamudo

***

¿viste que rápido que van?
en dos meses no la vamos a ver


faltan sesenta días para el parto
los colectivos seguirán pasando por ahí
el barrio verá crecer otro hijo
un parque, edificios, oficinas
o el ruido que nacen las moscas

Inéditos

José Villa


EL DÍA

Ella apretujando la mejilla
contra el vidrio, aplastando
las yemas de los dedos
para tocar... ,
revolviendo la espuma
del puchero [y] cantando
una canción entre de cuna
y de lamento: remordimiento

Yo que escucho la voz de las
mujeres pájaro
diciendo diciendo
cuando giro hacia atrás mi
cabeza y oigo mi edad

El sol que ocupa el vidrio
donde ella había sollozado


ENSAYO

Sentada frente a la ventana
a medida en que la noche se vuelca
dentro de la habitación
va quedándose cada vez más quieta

Los rasgos oscuros ganan lugar
y permanece allí mirándome:
soy su hoja húmeda que arrastro
mientras me voy, es su brillo


BEBEDERO

Antes que el día termine
emprendo un viaje
medio gótico
un poco despeinado

Los perros me ladran
a la altura de la plazoleta
De la carpintería sale polvo
en madera

Me observás llena de
picaduras resecas
sobre un guante gris


EL SEGUIMIENTO

Al oeste una nube
de humo y hormigón, el
edificio gris de la cárcel
de caseros Hacia el sur
la capa de smog se adelanta
con reflejos estáticos:
el cielo que debe haber detrás
Hacia el río dos velas pasan
por el óxido verde
En la penúltima cornisa del edificio
blancuzco sobre la orilla
la plataforma de la X
que un pájaro trazó con otro


CAMINO DE VACAS

En el vidrio de la puerta
la sombra de un parante del toldo
(inclinación gris)

Más atrás el reflejo,
la figura de un hombre yendo hacia él

En la parte más oscura de la doble hoja de vidrio
de la puerta
Alguien mira hacia afuera
pero no ve todo esto

Es más probable que antes de mirar
en esa dirección de la que no provienen
los reflejos
se haya fijado en el reloj, corola de un mueble,
haya dicho, alto tocador,
las 10 menos... tantos minutos

Al frente al lado de la puerta que contiene
reflejos un sombrero (de pescador)
colgado de un clavo

Más abajo un teléfono
en la pared con el auricular entrando
en la horquilla del tono
y el cable que al final hace un 8

Eran dos los que leían


Eran más los que escuchaban