miércoles, 2 de septiembre de 2009

Florencia Minici


















Helicultura

Este individuo puede vivir tranquilo
adentro de un taperwer o una caja
de cartón o plástico, siempre y cuando
se le aseguren ciertas provisiones:
harinas mezcladas con calcio
en bidones chicos;
lechuga cuidada del ciclo
de la descomposición.
El individuo a criar, Hélix Aspersa,
con poca esperanza de vida
y un peso demasiado liviano para su velocidad,
no presenta problemas
para la reproducción.
Casi todos los e- books
hablan de un promedio de ochenta huevos
si la tierra es bien cuidada
en la maceta que debe colocarse
adentro del taper.
Es difícil entender si estos libros
tienen por objeto la burla, el erotismo,
el cultivo de la paciencia, la emoción
por la vida de las pequeñas cosas;
o nada más su objetivo
es vincularse con cierto núcleo
de pequeños emprendedores,
dispuestos a pagar altos impuestos
por animales, que de a toneladas transportados a Lima,
desaparecen de Yacyretá, apareciendo luego
en los instructivos
que suman voluntades
a la sana pasión de observar la vida.
El curioso, puede encontrar un padre,
en el criador experimentado
y propuestas fascinantes: uno a uno se atan
de mutua atención; llegan a un punto tal
que no se distinguen
en el uso de su técnica.

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Tokio se desplomó en el 23
cuando las casas eran bajas,
anchas, de madera,
de bambú y de papel. Desde la playa
me mordí los labios sin dolor,
en Mar del Plata,
con la noticia de que
para 2010
van a reformar el código Japonés de 1955
que calcula los principios fundamentales
en la defensa contra seísmos. Entonces
iba a poder tener una casa
con vista al mar, enrejada
indestructible. Todos los edificios
deben ser construidos
según la enseñanza de Tokio:
teniendo en cuenta una fuerza sísmica
lateral y proporcional
al peso del complejo habitacional,
Torres de Manantiales
o cualquier corporación del tiempo libre.
Tenía cerca una familia bien bronceada
con el mismo Clarín:
qué buena la línea de Tokio, mi amor,
ahora con el suelo y el riesgo
que su naturaleza nos pone en cada verano,
no se puede ir al mar
sabiendo si se va a volver
o si se va a flotar
entre las mesas de un restaurant
y los perros, y las cucarachas
que habrán sobrevivido a la bomba atómica
pero que a un tsunami
no; no volvemos
a Manantiales nunca. Con el mismo Clarín
la mujer más práctica que vi en mi vida
envolvió unos churros
y les dijo, vamos, está el viento
soy esta mujer, y no quiero
ser tragada en el mar, ni en los escombros,
no veraneemos
hasta que Tokio vuelva a derrumbarse
y la ingeniería de refugiados del MIT
conciba un código más perfecto
todavíaque el que está por venir.

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La guerra

1

odio Vietnam,
cada año
más y más occidental
cae de todas las bocas que toco:
comentan
batallas que nunca elijo, me caen
como una bomba al ojo:
una cara, amor, viajes
cortados por la mitad,
películas que dejaste
cortadas por la mitad,
miércoles o sábado, de repente
un estallido. La luz violeta
titila, en la punta de una montaña:
la selva explotada

2

Es verdad, yo tengo
un elefante en la cabeza
que galopa como una cebra
y se come a las moscas que atacan
la fruta y dejan rastro.
Tengo el Síndrome de Vietnam,
por la guerra más larga
del que la tiene más larga
contra el que no la tiene
y vive a la sombra
del único árbol en todo el desierto; así
no se puede:
elefantes, moscas, millones de dólares
un solo árbol y desierto: todo junto,
la cabeza abierta

Inéditos

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