jueves, 20 de diciembre de 2007

Ariel Schettini






















El autito


Ahora me auto transporto con el auto por el que
Peleamos como si fuéramos parte de la burguesía
Como si no hubiéramos sido jamás
un mal chiste para la especie.

Me transporto y me llevo a otra parte,
Porque peleamos por el auto en un combate
Que involucró parientes, abogados y amigos.
Como si no hubiéramos sido para la clase
Una caricatura de institución burguesa.
La batalla, que no pasó de escaramuzas de las partes
y de dictámenes judiciales,
No incluyó sangre.
Pero yo hubiera denunciado
Destrucción total.

El decreto de Unión Civil era suficiente y
oportuno para demolernos.
Pero hicimos abstracción del cuerpo: forcejeamos por una cosa
como pelean los que tienen algo y los que tienen repuesto.
Y gané, claro, con dinero, préstamos y humillaciones.
Gané como los que siempre ganan:
sometiéndome.
Gané como se gana adentro de la civilización;
pidiendo clemencia y por favor
Y cumpliendo formas.

Ahora me llevo y me transporto en el botín de guerra típico
de la conyugalidad, del laberinto amoroso
Y de las demandas de divorcio.
Hey... alguna vez ese móvil fue una propiedad en común
¿te acordás?
Insostenible y evasivo, como el amor pactado.
Porque el desvío de ese matrimonio estaba inscripto
En el Registro Automotor.
Y solo, en la recta autopista, mientras escucho música,
entiendo que lo compramos
para escapar de nosotros.

Mi perro

Mi perro quedó en un “más acá” del pensamiento y no dio el paso.
Desde que llegó a casa asediaba los espejos
Y con ladridos amenazaba su imagen y la mía.
Nos protegía (a él y a mí)
De los intrusos gemelos apostados detrás de los vidrios:
Él y yo.
Y prevenía a esos espectros
De franquear nuestro territorio.

Yo traté de explicarle sin efecto
Mi versión de los hechos
(La representación y los principios de la óptica)
De este modo: el y yo no eran otros, éramos nosotros.
Y el reflejo no es necesariamente el enemigo.
Pero un día se agotó.

Lo vi llegar al borde de la comprensión
Y en el momento en que debía dar el salto a
La razón del todo,
El entendimiento del mundo, la nada, su doble y
El ser,
Simplemente se detuvo.

Ignoró la existencia del espejo
Y ahora, abrumado, los desconoce, como a un recuerdo humillante.
Rechazó el desafío de la lógica y quedó sumergido en la apatía
Y el problema que lo enloquecía
Se fue a un territorio nublado y gris de la ignorancia
En el proceso de madurez.

Como si ahora ya no fuera un problema, como
“superado” por el análisis,
Postergó esa batalla indefinidamente
Y se quedó, entonces, con las otras cosas:
El amor sumiso, la voracidad de un mendigo, el agua, la sed
Y la rutinaria alegría que cree inexcusable demostrar
Cuando llego a casa del trabajo,
A pesar de que dejo a la vista, cuando me voy, una foto
En la que estamos juntos.

Inéditos

3 comentarios:

El Titán dijo...

No soy crítico.Una vez lo intenté y me fuí para Derecho.Pero entiendo los pormenores de ese auto, y más...

Anónimo dijo...

Yo creo que no entendés nada, porque nada se puede entender de esta fantasía. Leer esta poesía es mirar un espejismo... y creer ver algo, y creer ver algo que nunca existió, que no existe y que nunca existirá.

Anónimo dijo...

buenísimo "diálogo"! sutil, espaciado en el tiempo...