sábado, 26 de mayo de 2007

Luis Tedesco


ARTEPOÉTICA (II)

Eso que se ve, la caparazón de eso que se ve, la rajadura, el resquicio, el lugar agujereado de eso que se ve, su posteridad, su mínimo claquear en el detalle, ese quequequé, ese dondequesefué, ese dondequenoestá, la forma semisuelta del encierro, la silueta, Plotino, la desemejante silueta del aujero, la naturaleza contraria de eso que se ve, la deyección de todo lo crecido, esa sintaxis, Plotino, su fluir desmoronado, la timidez de ciertos entusiasmos, el chillido abombado de la especie, esa materia que ya no reconoce, arrancada de sí, apichonada, en las formas erectas de su talla, sin unidad, sin brío azaroso su brisa cantable, esa cosa en la rotura de las cosas, el polvillo que su temporar descarna, esa cascarita en la cosa que se ve...

DOLOR (II)

Descendamos, Anaximandro, nada queda por conocer aquí, la risa de los dioses nos sucumbe; regresemos, el resplandor taladra, el aura hiede a sotanas, a semen trascendente; no es el infinito el origen de los seres, ni el más allá hará de nosotros pedazos vivarachos de neblina; desapareceremos, así como aparecimos, así desapareceremos cuando nuestro último gemido no sea ya palabra; descendamos ya, Anaximandro, si hubo un Padre, si un Padre nos cobijó con caricias y alimento, no hay voz de Él que acuda ni figura afín a la nuestra que aquí lo represente; sea que la densidad de estas latitudes haya carcomido sus límites sensibles, sea que la materia terrestre nos haya desfigurado, nada cognoscible nos reúne con la altura; ni siquiera el pensamiento, Anaximandro, puede hacer que el Padre, si es que hubo un Padre, nos retorne su postración gigante, el amoroso sobrevenir de su tardanza; descendamos, Anaximandro, volvamos a lo nuestro, extraño el llamado de mis hijos, extraño en mi cuerpo el cuerpo de mi amada, extraño las callecitas del barrio y el vozarrón quemante del vecino; volvamos a las palabras, Anaximandro, ellas son el principio y la lejanía de lo que somos, de lo que nunca llegaremos a ser; esa es la tarea, nuestro dolor trabaja, hace con palabras el mundo que recibe nuestra muerte.

EFÍMERO

Si el pingo responde, trilce mi alegría, yumba el mimosear de tu cuerpito; si entrambos en el ruedo, en el catre chiflao de la masmédula, suave nos posara la taquera melodiosa; si arrobados, penetrados, desmesurados por el tintinear frutal de nuestras manos, el dolor nos visitara, el dolor, Bichito, la runfla conceptual de lo desierto, y su llama linusa nos quemara, aun así, enfermos de tiernos virulazos, sed seremos del Efímero radiante.

JARDÍN

Si mal no recuerdo, si el sinfín ondulante del pasado, o su piedra de moler, el frío de los cuerpos que ya fui, me acercaran el patio bienhechor, la simpleza cachusa de su imagen, allí dispondría mis cosas, el papel, los libros, el tabaco, la llama en mi lámpara de hierro, y desde allí vería, enceguecida aún, trepando el muro lateral de la escalera, a la enamorada, la nunca saciada, sus brotes últimos tendidos en la espera, y esmerando lo sentido, ya depositada mi sombra debajo de la parra, vería las calas, el limonero intenso, el tomate mezclado con la rosa, el donaire nupcial de los malvones, y aquel solcito, las margaritas flotando con la brisa, el galerón, la lechera, el raro azul de la lavanda, cerca de mí todo lo distante, todo mamá el color de las ventanas.

POÉTICA

Te esmerabas, poeta, en ser preciso. Buscabas el detalle, no la congestión; el versito final, no el envío, la sensación que pugna por vaciarse. Prolijo, despojado, sin pliegues de gordura cariñosa, buscabas destellos, simetrías, la invisibilidad que no se pudre, el cauto bienestar de las esencias. El sonido deshecho de palabras, el andar del silencio, eso buscabas, tan seco fue tu tacto de pezuña, tan tieso tu potrear sin alazanes. ¿Hacías bien, poeta, en de-no-dar-te? El mundo mancha, el repasador unánime te busca, y duelen, ya son dolor tus sueños magistrales.

De Lomas del Mirador

3 comentarios:

Anónimo dijo...

nice post




Cheers

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nicanor dijo...

mas que poemas, lo que escribe tedesco, me paren eyaculaciones retóricas, rebusques lèxicos, si bien una musicalidad casi perfecta salvan a sus textos, no lo eximen de una construcción enumerativa, digamos, recurso básico de los que carecen de talento. Tal vez, si se dedicara a su tarea de editor en serio, con concepto de riesgo, ayudaría a que la buena poesia llegue a la gente.
Nicanor Perales

Anónimo dijo...

pésimo poeta, premios ganados a fuerza de chupar las medias y regalar ediciones