lunes, 27 de octubre de 2008

Valeria Meiller


















Nuevo Plan de Fronteras

(He visto a una anciana sin dientes seguir cabalgando tras una columna en marcha…)

***

La transparencia al cuello es un cencerro y el mito
del origen se funda en el gen del ombligo.
Mis hijos están grandes, yo me quedo huérfana.

¿Qué quiere decir que padre nos hizo?

Puso un pañal de tela… En el ala del cuervo
huyó de la casa y en el monte
con un dedo en el iris esperó
que le saliera allí mismo de oro otro cordón
y floreció un ombligo.

***

Es un niño que no tiene padre.
Madre en el apuro,
natural lo levanta entre las manos,
lo pone cerca del pecho atado a un trapo.
No le importa que la genta diga, en el campo, que el misterio
de su nacimiento es una deshonra. Atada
al cordón de plata lo único
que carga además de un cuerpo pequeño
es una corona de orgullo en la frente, como de flores.
La primavera, en la canasta es otro hermano:
en la cosecha, no llora si lo hamacaba el golpe
de la cola en movimiento de un perro.

***

El primero de un sin límite transparente, expansivo
se prende de la rama, reza:

por el retoño del hermano, una punta en blanco
el blanco de la procreación desbocada.

Voy a seguir naciendo de todos mis hijos.

En el estado natural, la religión es el hijo.
El parto en mil, diseminado. La luz
de traer al mundo mil luminarias en el cráneo.
Y un omoplato redondo como la luna para jugar
al disco, arrojarse fuera. Más hijos, más hijos...
en el campo redondo, en el huevo fantástico.


***

Hubo que plantar la sombra para tanta blancura. Una alameda
que se tuerce al final donde se junta. El molino plantado también.
Las patas moliendo el barro. Pongamos un padre en las aspas
que gire y gire al capricho del viento. Que esparza las semillas.
La madre que junte y coma.
Donde sea fértil que sean sanos los hijos.

***

Llamar a un niño por el nombre de un ángel,
o de un caballo
ponerle el nombre, o de un perro con lomo
seguro donde aprender a caminar.
Pero llamarlo pronto antes que alcance
la cintura dorada del trigo. Llamarlo
en la urgencia del bautismo,
la cabeza en el tanque del molino.

De El recreo, inéditos

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bellos versos, bella dama y alma hermosa.
Un placer leer a Valeria.